sábado, 13 de febrero de 2010

El paisaje más increíble de China

Seguimos en China. Viajamos hace ya cinco años, pero nos impactó tremendamente. Es otro mundo. A cada paso todo te llama la atención por lo diferente que es con lo que estamos acostumbrados a ver diariamente. Sin embargo, en este post vamos a hablar de una zona increíble por su paisaje, no por sus extrañas costumbres. Se trata del Río Li. Un río que transcurre por un recorrido sinuoso y flanqueado por espectaculares formaciones rocosas. Charlando con un amigo vasco al que también le encanta viajar nos comentaba que se puede asemejar a la famosa Bahía de Halong en Vietnam. Cierto aire tienen, la verdad.


Para acceder al recorrido por el río, que se hace en el típico barco turístico, hay que llegar hasta la localidad de Guilin. Una ciudad de más de 600.000 habitantes en la provincia de Guangxi, al sur de Shanghai y entrando hacia el centro de China. Aunque la zona es muy turística, se sale de los habituales circuitos que recorren Shanghai, Pekín y Xian. La ciudad tiene algun atractivo más aparte de la visita al Río Li. Un bonito lago con dos pagodas en el centro, la colina de la trompa de elefante, el típico mercado turístico y hasta un hotel por cuya fachada cae una cascada a determinadas horas de la noche. Pero la verdad es que sin su atractivo paisaje en torno al río, hasta el más apasionado viajero pasaría de largo.


Sin embargo, el río Li es otra historia. Ofrece unas estampas espectaculares, el paraíso para un fotógrafo paisajista. Desde la terraza superior del barco te dejas el dedo de tanto darle al clic de la cámara. Cada recoveco tiene un plano mejor. Eso sí, yo no fui capaz de ver todas las formas que la guía nos advertía en cada montículo. Un caballo, un elefante, un mono... "Pues yo no veo nada", decía ante la desesperación de mi mujer.


Me imagino que hace unos años se disfrutaría esta maravilla de la naturaleza con más tranquilidad porque lo cierto es que ahora parece la hora punta de cualquier carretera española en pleno puente de Semana Santa. Una cola de barcos descendiendo por el río que amenazaban con pararse a cada paso. Al menos eso te permitía cotillear en el barco que te precedía y ver, por ejemplo, dónde llevan la cocina y cómo elaboran los platos que poco después te vas a zampar. Hubiera preferido tenerlos a más distancia.


Detalles gastronómicos aparte, lo cierto es que es uno de los 'cruceros' más espectaculares a los que nos hemos subido. Imágenes que se te quedan grabadas y de las que nunca te olvidarás. Muy recomendable.

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