miércoles, 21 de abril de 2010

La postal del Lago Bled


Eslovenia puede ser considerada la gran desconocida de Europa y en su pequeño territorio cuenta con unos atractivos turísticos realmente espectaculares. Desde playas a montañas y ciudades con encanto, la ex república yugoslava es un destino muy recomendable. En esta ocasión nos centraremos en una zona próxima a la vecina Austria, que destaca por su singular belleza: el lago Bled. Este idílico paraje, algo afectado por la excesiva construcción realizada en uno de sus márgenes, presenta un aspecto de postal. Si esquivamos la zona donde se amontonan los hoteles, restaurantes y casinos, la imagen del lago con su iglesia barroca de la Asunción en el centro dibuja una bellísima estampa, fotografía de más de un reportaje dedicado a este joven país.



Llegamos a este lugar después de un largo periplo en coche que nos llevó desde Venecia hasta Dubrovnik, realizando las convenientes paradas en Trieste, Portoroz, Split, Sibenik y diversas localidades croatas más, y posteriormente a Zagreb y Ljubliana, con sus respectivos altos en el camino también. Después de unos cuantos días disfrutando de la maravillosa zona, arribábamos a un paraje en el que puedes descansar y disfrutar de una naturaleza pura (y aún más unos kilómetros hacia el oeste en el cercano lago de Bohinj dentro del Parque de Triglav) como nos habían recomendado un par de compañeros de trabajo enamorados de esta zona.

Tras encontrar un lugar en el que dormir y desayunar, dimos una vuelta de reconocimiento y pronto optamos por descansar. Pese a la multitud de hoteles y restaurantes tampoco era plan de gastar fuerzas en banalidades. Así que recuperados de la paliza automovilística iniciamos al siguiente día la excursión por el lugar. Ascensión al castillo, donde pudimos beneficiarnos del carnet de prensa para ahorrarnos la entrada y disfrutar de unas maravillosas vistas del lago. Sensacionales, sin duda.



Después del descenso, decidimos visitar el islote que, situado en el centro, hace famosas las imágenes de este lago. Así que cogimos una barca de las muchas que esperan la llegada de turistas y nos dirigimos al lugar, donde puedes ver la citada iglesa, la casa del Preboste y la del Capellán. Bueno, más curioso el trayecto por el lago que la visita en sí, pero agradable.

Y para finalizar la inspección al lugar, un paseo por los márgenes del lago para estirar piernas y disfrutar de la tranquilidad del paraje. Un día muy bueno para desengrasar y recuperar fuerzas. Una zona muy recomendable para los amigos de la naturaleza y que permite realizar rutas y caminatas por el cercano parque de Triglav, del que en otro post trataremos con más tranquilidad.


Ahí os dejamos un pequeño album del lago:
La postal del Lago Bled

jueves, 15 de abril de 2010

Viajar gratis a la Estatua de la Libertad


La primera vez que visitamos Nueva York no nos perdimos la excursión a la Estatua de la Libertad. Es muy recomendable porque, aparte de verla desde su base, incluye una visita a Ellis Island, un lugar tremendamente interesante por su carga histórica y emocional, ya que era donde llegaban los emigrantes procedentes de Europa. Evidentemente te pegan un buen sablazo y lleva una mañana entera, así que si no andas bien de pasta o de tiempo, hay una buena forma de ver la Estatua desde cerca: el ferry de Staten Island.



Desde Battery Park, en el extremo sur de Manhattan, se puede coger este ferry GRATUITO que enlaza con St. George en la isla de Staten. Un trayecto de una media hora en el que se pueden disfrutar unas imágenes espectaculares tanto de la Estatua de la Libertad como de Manhattan. Unos 20 millones de personas utilizan este ferry al año, de los cuales un buen porcentaje son turistas que aprovechan el servicio gratuito para ver uno de los grandes iconos de NYC.



Nada más salir desde Whitehall te das cuenta de que el tráfico en el agua es igual que el que pueda haber en las calles de la Gran Manzana. Enormes buques contenedores, watertaxis, lanchas, ferrys... Pero lo mejor es que te permite lanzar cientos de fotos a la Estatua desde lejos, desde frente, desde cerca... En el álbum que adjuntamos podéis ver varios ejemplos.



Pero en este viaje no sólo puedes disfrutar de las vistas de la Estatua, ya que el trayecto de regreso también permite realizar unas instantáneas espectaculares del sur de Manhattan. Así que el viaje sale bien por el precio y por lo que puedes observar y en tan sólo una hora y media como mucho. Qué más se puede pedir.



Ahí os dejamos un álbum del viaje:
Viajar gratis a la Estatua de la Libertad

viernes, 9 de abril de 2010

Caminando por la Gran Muralla China



La majestuosidad de la Gran Muralla China te deja sobrecogido. Pensar que el hombre ha sido capaz de construir una muralla de casi 9.000 kilómetros de longitud por encima de colinas, valles y montañas resulta muy difícil de asumir. Cierto que cuando visitas esta maravilla de la Humanidad (resultó elegida, como no podía ser de otra manera, como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno) sólo ves una parte, y la mejor conservada, en la zona de Badaling, a unos 80 kilómetros de Beijing. Pero te basta para dejar volar la imaginación y soñar cómo será el recorrido de esos más de 8.800 kilómetros de muralla defensiva.



Pero volviendo a la realidad, la visita al tramo de Badaling es una excursión turística pura y dura. A pesar de que esto es China, las atracciones para los visitantes no difieren mucho de las de otros países en teoría más occidentalizados. Aunque te imagines a soldados chinos de la dinastía Qin, Ming o Han haciendo guardia en la barrera arquitectónica, cuando llegas y ves las hordas de turistas, los puestos de souvenirs e imitaciones, las barracas de comidas y demás shows que rodean los accesos a la muralla, te das cuenta de que hace tiempo que el glamour desapareció de estos lares. Soldados hay, pero sólo dan algo de colorido a la atracción.



Si consigues abstraerte de los cientos de visitantes que suben, bajan, se fotografían, hacen el payaso y todo lo que se te pueda ocurrir, el lugar es fantástico. Cuando lo visitamos en 2004 una bruma similar a la que suele cubrir ciudades como Beijing y Shanghai reinaba en el lugar, concediéndole un ambiente aún más especial. Accedías a la muralla tras superar montones de puestos en los que era difícil no caer en la tentación (nos trajimos dos North Face por 40 euros que nos han dado un servicio que ni te quiero contar). Una vez en la explanada de entrada, la guía nos dio los tickets y a disfrutar de esta maravilla.



Tras esquivar a varios domingueros, llegamos a la calzada de la muralla. A ambos lados monte que se erguía hasta el horizonte y al fondo un sinfín de subidas y bajadas, rectas y curvas por las que caminar. Paralelo a la muralla discurría un teleférico, pero no era plan de ahorrarse la caminata, porque es de las que se disfrutan. Una buena ayuda para el que no pueda subir, aunque parezca que le quita seriedad, hay que pensar en todo el mundo. Una buena idea.



Tras varios minutos de caminar, con sus consiguientes paradas para fotos, llegas al punto más alto, poco más de mil metros sobre el nivel del mar, y ahí hay un puesto donde te sacan la típica foto que acredita que has visitado The Great Wall, te sellan pasaportes, te venden camisetas de 'Estuve en la Gran Muralla China' y no te facturan un pedazo de milagro. Pero desde ahí hay unas vistas espectaculares del conjunto. Esto no hace falta ni recomendarlo porque por algo es una de las Siete Maravillas, ¿no? Se vende sola.

jueves, 8 de abril de 2010

Durmiendo en Monument Valley


Como comentábamos en el post dedicado al vuelo sobre el Gran Cañón del Colorado, las ventajas económicas de viajar en temporada baja te permiten hacer cosas que en las épocas más veraniegas del año están prohibitivas o simplemente no están disponibles. Una de esas cosas nos sucedió también en febrero de 2007 durante nuestro viaje a Estados Unidos. Nuestra idea era realizar un circuito en forma de círculo con inicio y final en Las Vegas y una de las paradas que incluía era Monument Valley.


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A la hora de buscar alojamiento la situación era un poco complicada. Las únicas localidades cercanas al lugar, Mexican Hat y Kayenta, estaban a más de 40 kilómetros y el único establecimiento cercano al Parque Navajo era un complejo hotelero llamado Gouldings Lodge. Ya se sabe que los hoteles situados en lugares privilegiados son prácticamente inalcanzables, pero ahí es donde entra la suerte de viajar contracorriente. De los más de 200 dólares que cuesta una habitación en temporada alta y en la que hay que reservar con meses y meses de antelación, nos encontramos con que en febrero hay muchas habitaciones disponibles al bonito precio de 80 dólares. Qué más se puede pedir.



El lugar estaba situado de forma estratégica. Protegido por un montículo que recordaba a las formaciones que estábamos acostumbrados a ver en las fotos sobre este mágico lugar, se alzaban varios edificios donde no faltaba de nada. Un bloque dedicado a las habitaciones, cómodas aunque sin muchas pretensiones, otro edificio donde se encontraba el restaurante, en el que cenamos varios típicos, grasientos y deliciosos platos del lugar, una tienda de recuerdos donde picar, un enorme supermercado en el que no faltaba de nada (como suele ser habitual en Estados Unidos), un pequeño teatro donde se realizaban representaciones vaqueras y una sala de ocio en la que había conexión a Internet. No se podía pedir más sin estropear el idílico escenario.



De frente y en el horizonte se alzaban las formaciones que componen Monument Valley, un parque navajo, propiedad de los indios, que no está incluido en el National Park Pass (vamos que hay que pagarlo aparte, para que no os pille de sorpresa). Así que con esa vista en lontananza, tuvimos que hacer el esfuerzo de madrugar para ver la salida del sol. Un espectáculo que mereció la pena, la verdad.



Una vez tiradas mil fotos al horizonte y desayunados, tocaba investigar por el lugar antes de partir de excursión a Monument Valley. El complejo no podía estar más acondicionado al más puro estilo de las películas de vaqueros. Hay que explotar la gallina de los huevos de oro y ya que a John Ford le dio por venir a grabar sus películas aquí, tocaba sesión doble de John Wayne. Algo de artesanía india para completar la oferta y una diligencia para las fotos y el resultado complacía al visitante, que se iba con una sonrisa de oreja a oreja, síntoma de que había disfrutado.



Bromas aparte, lo cierto es que el lugar es idóneo para la visita a Monument Valley. Si consigues un buen precio, despertarte a tiro de piedra del parque y disfrutando de esas magníficas vistas es un regalo para el viajero. Muy recomendable.



P.D. Las cosas como son. En diciembre de 2008, casi dos años después de nuestra visita, se abrió The View, un hotel en pleno corazón de Monument Valley. Un lujo para el que quiera pagar entre 215 y 300 euros.

Ahí os dejamos un album del lugar:
Durmiendo en Monument Valley

martes, 6 de abril de 2010

Checkpoint Charlie, recuerdos del muro


A pesar de que su destrucción supuso uno de los pasos más importantes para la paz mundial, el muro sigue siendo uno de los reclamos turísticos más importantes de Berlín. Uno de los puntos más visitados de la capital de la Alemania unificada es el Checkpoint Charlie, el paso fronterizo más famoso que existía entre la República Democrática Alemana y la República Federal Alemana cuando el muro estaba en pie. Durante 45 años, desde 1945 a 1990 fue el paso de control por el que funcionarios y militares de ambos sectores tenían que cruzar obligatoriamente para cumplir con sus trabajos.


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Hay que aclarar que, aunque muchos puedan pensar que lo de Charlie viene por algún alto cargo del bando aliado o algo así, en realidad es el significado que la letra C tiene en el alfabeto fonético aeronáutico, utilizado por la OTAN (A=Alfa, B=Bravo, C=Charlie, D=Delta, T=Tango, etc; como en las películas de guerra). Así que se trata del paso fronterizo C. Pierde algo de glamour, pero sigue siendo igual de interesante.



El punto de control corrió idéntica suerte que el muro en el 90, pero diez años después las autoridades berlinesas decidieron levantar la réplica que ahora se puede visitar y fotografiar para atraer al turismo. Tan sólo el museo del muro del Checkpoint Charlie queda de aquella época tan nefasta para Alemania.


Como buen reclamo turístico, algunos figurantes recuerdan a los soldados de la época, sellan en una especie de aduana los pasaportes de los visitantes, se dejan fotografiar a cambio de unas monedas, puedes comprar las típicas postales e imanes con el lema 'You are leaving the American sector'... un buen recuerdo de lo que fue, aunque, evidentemente y gracias a Dios, bastante más artificial que por aquel entonces en el que numerosos ciudadanos del Este se jugaban la vida por pasar al otro lado.


sábado, 3 de abril de 2010

Una experiencia inigualable: vuelo sobre el Grand Canyon


Si hay una experiencia que permanecerá imborrable en nuestras retinas, ésa es haber volado en helicóptero por encima del Gran Cañón del Colorado. Vaya por delante, que nuestro consejo, sin temor a equivocarnos, para todos los que visitéis esta maravilla de la naturaleza es que cojáis uno de estos vuelos en helicóptero y sobrevoléis la gran franja que ha formado el río Colorado con el paso de los siglos. No os arrepentiréis.



En nuestro viaje a Estados Unidos en febrero de 2007 tuvimos la oportunidad de dormir en el mismísimo Gran Cañón, en un hotel del Village en el South Rim, la parte que está abierta en esa época del año, ya que el North Rim se encuentra cubierto de nieve e intransitable. Son las ventajas que tiene poder viajar en ese tipo de épocas, mucho más barato y con habitaciones disponibles, algo imposible en verano salvo que reserves con un año de antelación. Así que después de llegar por la noche de Monument Valley, cenamos y nos fuimos a dormir para madrugar, ver la salida del sol y dirigirnos al aeródromo de Grand Canyon.



Una vez en el aeródromo (donde aterrizan las avionetas que vienen de Las Vegas para hacer las excursiones de un día) nos dirigimos a una de las oficinas donde se contrataban los vuelos en helicóptero, Papillon Helicopters, y nos enteramos de cómo funcionaba el tema. Había dos tipos de viaje (media hora o cincuenta minutos) y evidentemente cambiaba el precio. Pero una vez allí había que volcarse, así que nos decidimos por la vuelta larga, que se llamaba 230 dólares por cabeza. Un día es un día, y nos imaginábamos que merecía la pena. Todo un acierto. El mejor dinero invertido en uno de nuestros viajes.



Subimos al helicóptero y uno de nosotros tuvo la suerte de que le tocó al lado del piloto, así que se aseguró una vista privilegiada. A pesar de que el helicóptero se balancea un poco, no éramos novatos porque ya habíamos subido en uno de ellos en Noruega. Te preparan para el momento sobrevolando un bosque espectacular lleno de pinos y con un fondo musical, 'Así habló Zaratrusta', que te pone los pelos de punta. El clímax llega cuando se acaba el bosque y, de repente, se abre ante nuestros ojos el Gran Cañón, un corte en la tierra espectacular, tan enorme que es inabarcable. Hay que vivirlo, es imposible describirlo sin quedarte corto.



El vuelo te permite disfrutar de unas vistas increíbles. Abajo, muy abajo, transcurre el río Colorado marcando unas curvas impresionantes, imagen de lo que ha horadado con el paso del tiempo en las tremendas paredes que han quedado a ambos lados del caudal. Lo mejor es observar el álbum de fotos que acompaña, porque hablan con más claridad de lo que decimos y que tan difícil es de explicar con palabras.


Ahí va un álbum espectacular:
Una experiencia inigualable: volar sobre el Grand Canyon